Esta condición, causada por bacterias, virus, hongos y parásitos, genera importantes pérdidas económicas y problemas de bienestar animal. El tratamiento incluye el uso de antibióticos y antiinflamatorios, mientras que la prevención se basa en prácticas de manejo y ordeño adecuadas, así como en la higiene y la nutrición de las vacas. La colaboración con veterinarios es crucial para desarrollar estrategias efectivas de tratamiento y prevención.
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